Nos encontramos en el corazón de Salamanca, donde ofrecemos comer a la carta o a base de tapeo con la mejor calidad Con una larga trayectoria a sus espaldas -Casa Montero se inauguró como tal allá por el año 1890- este establecimiento se reabre con una clara intención culinaria: conquistar al comensal con las mejores viandas de la despensa charra, elaboradas y presentadas bajo una filosofía renovada. El artífice de tan logrado cambio no es otro que el cocinero zamorano Jorge Lozano.
Casa Montero goza de una ubicación privilegiada: en pleno centro de Salamanca, a escasos 50 pasos de la Plaza Mayor y emplazado en un coqueto edificio histórico. Su estrecha estructura, sustentada por gruesos muros de piedra de Villamayor y ladrillo visto, determina una peculiar organización del espacio interno del restaurante: en el sótano se encuentra la cocina, la planta baja por su parte permite tapear desenfadadamente al pie de una barra, bien surtida de variadas referencias vinícolas, mientras que el primer y el segundo piso lo ocupan pequeños comedores sobriamente decorados. Debo en este punto advertir que este establecimiento no es recomendable para personas con movilidad reducida o progenitores al frente de cochecitos de bebé, pues no dispone de ascensor para poder acceder a las diferentes plantas y a los aseos.
Y no podemos olvidar la terracita, que durante los meses de verano se despliega a la entrada del Montero, un pequeño pero solicitado espacio en el que poder degustar la oferta culinaria, arropado por la calidez monumental del enclave y disfrutando a su vez de la vibrante atmósfera que se respira en el centro.
La propuesta gastronómica se concentra principalmente en torno a dos posibilidades: comer a la carta o a base de tapeo. Si escogemos la primera opción, tendremos a nuestra disposición 25 platos, entre los que no pueden faltar los embutidos ibéricos, los tradicionales asados (tostón y lechazo), y algunas carnes, entre ellas, el tataky de kobe wagyu o el sugestivo Cordero con pistachos. La carta se remata con golosos postres, algunos evocadores de los sabores de nuestra infancia, como la interpretación de la leche con galletas y Cola-Cao o el pan con chocolate, sal y aceite. Destacar en este capítulo una reciente incorporación: la particular versión de las clásicas cañas zamoranas, en este caso elaboradas con masa de miel y rellenas de una suave crema de queso. Súper dulces, pero grandiosas.
* Jorge lozano fue nominado en la categoría de "Chef Novel" para los Premios Hosteleriasalamanca.es en su edición 2007 y 2008. Ver más info de estos Premios.