Fue una primavera del año 75, fue muy lluvioso y tuvo su estación de las flores un verde esplendor en lo alto de los rebites, por ese entonces llamado Cortijo de Los Rebites. Es aquí donde el matrimonio Francisco y Conchita emprendieron una aventura de chapas, mostradores de la cerveza, barras grandes de hielo para refrigerar las bebidas, un fogón, el buen vino de la casa, que tan bien sabía vender Paco, y unas estupendas tapas que preparaba Conchita, su mujer, con cariño y esfuerzo. Pero sobre todo instalamos ilusiones nuevas en ese paraje, ilusiones de humildad, de grata atención al público, de simpatía, de buen servicio y calidad, y también mucho de higiene o "aseo" , como dijo un gastrónomo de cuyo nombre no quiero acordarme. Han sido y son ilusiones duraderas en el tiempo y transmitidas a sus hijos, con mucha tesón, constancia, esfuerzo y dedicación. Han pasado los años, van ya camino de la treintena, y con ellos ha crecido el esfuerzo, la constancia, la calidad, el servicio, el personal, la profesionalización y las instalaciones; siendo estos pilares fundamentales donde se sustenta lo que hoy se llama, con orgullo de los HERMANOS CASTRO.