Aunque este restaurante se encuentra ubicado en un edificio del 1836 y en una de las calles más silenciosas y clásicas de Madrid, su decoración con personalidad propia, sorprende. Ofrece una magnífica cocina mediterránea trasladando su esencia a todas las propuestas de su carta para deleitarte con su arte, decoración y gastronomía. La comida es elegante, sencilla, ecológica y casera a base de productos frescos pero sobretodo realizada al momento con amor y talento. Su famoso brunch con huevos benedictinos y salsa holandesa o sus emblemáticas paellas llenas de sabor y aroma hacen que este negocio brille con luz propia. Todo acompañado con sus más de 100 tipos de Cereales traidos de todos los rincones del mundo. Y una paella muy bien valorada por su frescura y sabor.