Chimeneas de cristal, librerías y muebles de repostería a medida, en un espacio diáfano de dos plantas y cinco ventanas, escaparates con latón dorado y apliques de bronce. En los techos dominan las instalaciones esféricas parecidas a los ojos de buey de los barcos, que María Covarrubias ha convertido en puntos de luz tenues que iluminan los comedores.