La vista se recrea sin llegar a entrar. Tan solo con mirar hacia las cuatro plantas de este edificio con fachada de ladrillo de balcones, treinta y seis para ser exactos, con tradicionales macetas, con los menos tradicionales tradicionales de rojos, acompañados de Picus y burganvillas moradas, que se agarran a la pared de ladrillo, pared de ladrillo, pared de ladrillo, pared de ladrillo, pared de ladrillo, pared de ladrillo, pared de ladrillo, pared de ladrillo, Seda.Bajamos la vista y entramos a través del arco de piedra que los ninguÌ n introducen en las galerías interiores de los acristalados y en uno de los salones con los que cuentan este rincón de la huerta murciana. Llama la atención de la decoración con la lámpara enorme de cristal, procedimiento del teatro antiguo Circo Villa, que preside el salón, la colección con más de 110 licores de cristal de Cartagena, las alfombras de la Real Fábrica de Tapices, los retablos, las tallas de los siglos XIV y XVIII, los muebles de época sobre el suelo entarimado, la chimenea y las cortinas adamascadas. Todo sobre el fondo salmón de la pared y bajo el artesonado rescatado de la desaparición de un antiguo convento de la zona.Sentados, la vista se confunde con el tacto del hilo blanco de manteleras y las servilletas, personalizadas con el blasón de la casa bordada en gris