Una enredadera cubre la altísima fachada de piedra de esta casa encantada, de aire medieval, que se alza ante un insólito paisaje. Desde sus balcones, suspendidos en el aire, una hermosa vista sin inspiración, como los artistas que han vivido en Vilafamés: Cuando en la extensa llanura poblada de almendros, encinas y olivos milenarios, brilla la luz rosácea de la tarde, Peñagolosa parece un dios antiguo que, en el horizonte, quisiera dominar la naturaleza. En su interior, dos sorpresas no aguardan: el contraste entre los antiguos rincones y la belleza contemporánea de su decoración, y el silencio que reina en el ambiente. Un lugar no solo para descansar; un espacio para soñar, para disfrutar del tiempo.