El chef / propietario Jordi Herrera, venerado ex maestro de cocina de la escuela hotelera de Barcelona, es un maestro de la tradición y la innovación por igual. Su capacidad para darle nuevos tragos a platos viejos le valió una estrella Michelin en su elegante restaurante, pero a mediados de 2013 también abrió esta creativa operación de tapas en un modesto hotel en el Barri Gòtic. Algunos platos son sencillos, como la ostra salada con jengibre mignonette, mientras que otros son inventos ingeniosos de clásicos, como la tortilla con cebolla caramelizada que se termina en el horno como una tarta pequeña cocinada en papel de magdalenas. En lugar de las croquetas de jamón convencionales, sirve deliciosas croquetas de conejo con incrustaciones de phyllo y acompañado de algunos toques de ratatouille. La lista de vinos es corta y barata.